miércoles, 30 de enero de 2013

¿Son útiles las vitaminas?


   La palabra VITAMINA es inventada por el bioquímico polaco Casimir Funk en 1912, considerando que se tratan de sustancias indispensables para el desarrollo de la vida (en latín Vita)  y que pensaba contenían en su estructura la función química “amina”; aún cuando en realidad hoy sabemos que si bien su composición es orgánica, su naturaleza y composición es variada.  De hecho las primeras investigaciones que permiten su descubrimiento, entender su funcionalidad en los procesos nutritivos y hasta su síntesis a nivel laboratorio se dan en el período comprendido entre 1930 y 1950.
   En el caso humano está plenamente demostrado que las vitaminas son necesarias para el desarrollo, el crecimiento y el funcionamiento normal del organismo. El cuerpo humano necesita 13 vitaminas básicas: A, C, D, E, K y las varias vitaminas B (tiamina, riboflavina, niacina, acido pantoténico, biotina, B-6, B-12 y acido fólico).  En general las vitaminas provienen de los alimentos que se consumen, aunque el cuerpo puede producir algunas como la D (se forma en la piel con la exposición al sol) y las vitaminas K, B1, B12 y ácido fólico (que se forman en pequeñas cantidades en la flora intestinal); sin embargo, la forma natural  de obtenerlas es mediante una dieta balanceada de alimentos variados.

   Las vitaminas son imprescindibles en los procesos metabólicos que tienen lugar en la nutrición de los seres vivos, no aportan energía puesto que no se utilizan como combustible y por tanto no implican calorías, pero sin ellas el organismo no es capaz de aprovechar los elementos constructivos y energéticos provistos por la alimentación. En este sentido si podemos conocer los nutrientes y su aporte energético, en función del nivel de actividad de la persona, se puede evaluar el nivel vitamínico adecuado en su dieta. Hay inclusive las conocidas como “provitaminas” que son vitaminas “inactivas” hasta que el metabolismo las transforma molecularmente y les otorga actividad vitamínica.




   El requerimiento “diario” de vitaminas que el organismo necesita ha sido determinado científicamente tras años de investigación, y varían según: sexo, edad y nivel de actividad; aunque en general hablamos de dosis muy pequeñas, cuyos valores se expresan generalmente en microgramos o miligramos (µg, mg), aunque también podemos encontrarnos con la medida de unidades internacionales (UI). Están contenidas en grandes cantidades, proporcionalmente al requerimiento diario, en alimentos naturales como las frutas y verduras.  Las vitaminas se clasifican básicamente en función de su capacidad de disolución en grasas o agua como liposolubles  e hidrosolubles respectivamente, y podemos visualizarlas fácilmente en el siguiente esquema:

   Es un  hecho que las vitaminas son necesarias y aportan beneficios al cuerpo y su desarrollo. En el mercado se pueden obtener bien sea vitaminas específicas, como complejos vitamínicos que incluyen de todo un poco, inclusive minerales; pero ¿Qué tan necesario es adquirir estos productos y que tan útil puede ser para nuestro organismo?, ¿pueden dañarnos su carencia o su exceso?

   Hay tres condiciones, en relación a nuestros cuerpos, que pueden presentarse con las vitaminas:
1) Avitaminosis – Cuando hay carencia total de una o varias vitaminas.
2) Hipovitaminosis – Cuando hay carencia parcial de vitaminas.
3) Hipervitaminosis – Cuando existe un exceso que se acumula de una o varias vitaminas, particularmente las poco solubles en agua (Liposolubles) y que por tanto son difíciles de eliminar por la orina.

   Quizás una reflexión en este punto, tiene que ver con que es tan malo en términos generales tanto un exceso como un déficit de vitaminas, pues ambos ocasionan un daño a nuestro organismo. Aunque en términos populares se relaciona a las vitaminas como algo muy bueno y casi mágico en donde pareciera que podemos incorporar MÁS vitaminas a la dieta al ingerirlas en la píldora, por lo que es más fácil e imperceptible caer en el caso de exceso de vitaminas por el consumo innecesario de suplementos vitamínicos

   Por ejemplo, la vitamina A también conocida como retinol, es una de las más esenciales porque interviene en la vista, el crecimiento, la reproducción, el desarrollo del tejido óseo, etc.; se encuentra en la leche, yema de huevo, queso mantequilla e hígado. Su deficiencia puede causar ceguera irreversible y falta de crecimiento, entre otros; pero su EXCESO puede traernos problemas de fatiga, nausea, pérdida de peso, dermatitis, estreñimiento y un anómalo desarrollo de los huesos.

   Otro ejemplo, la vitamina D, es fundamental para una calcificación normal de los huesos; se encuentra en la leche, el huevo, la carne, la mantequilla y el queso. Aquí también los rayos del sol permiten su formación en la piel. Su deficiencia produce raquitismo, pero su exceso provoca: calcificación de los tejidos blandos, inapetencia, nauseas, fatiga, frena el crecimiento y puede ser un enemigo renal y de nuestro sistema cardiovascular.

   Si la vitamina en exceso es de tipo hidrosoluble, por un lado su exceso se desecha por medio de la orina y por otro se requiere de su ingesta diaria, tal es el caso de la vitamina C y todas las del complejo B.  Sin embargo si se trata del tipo liposoluble, éstas no se desechan sino que se almacenan en el tejido graso del cuerpo; lo que por un lado hace que no se requiera ingerirlas todos los días, pero por otro lado por su efecto acumulativo en exceso pueden ser realmente tóxicas.

   No hay ningún estudio serio que demuestre que un deportista aumenta su rendimiento físico al tomar vitaminas, o que un niño acelere su crecimiento si toma más vitaminas de las necesarias. ¿Cuándo entonces ayudan las vitaminas?, desde luego en casos de desnutrición o al seguir ciertas dietas estrictas y limitadas, y NO cuando lo que uno come ya se adapta a nuestras necesidades nutricionales.  Si tenemos la seguridad de que lo que ingerimos no nos aporta las vitaminas necesarias, sin duda es recomendable como un “seguro nutricional” el empleo bien sea de vitaminas específicas o multivitamínicos.

    Hay también otra tendencia en nuestros tiempos en donde por desconocimiento o negocio, se etiqueta como vitaminas a sustancias que NO los son; sea por el caso de que son irrelevantes para el metabolismo o porque podemos sintetizarlas en cantidades suficientes para cubrir nuestras necesidades. Particularmente las tiendas y vendedores de “lo natural” nos quieren hacer creer el poder de sus llamadas vitaminas, lo cual por un lado es fraudulento y por otro hasta peligroso.


   Entre algunos ejemplos de estas supuestas vitaminas, tenemos:
a) Vitamina F – Se trata de dos ácidos grasos (linoleico y linolénico) que no podemos sintetizar, son necesarios para nuestro organismo, pero se encuentran en todas las grasas naturales que ingerimos.
b) Vitamina B17 – Llamada amigdalina, en realidad no tiene ningún papel metabólico en el ser humano y es sumamente tóxica, pues en el estómago desprende cianuro que ha ocasionado varias muertes por su ingestión.
c) Lecitina – Es un fosfolípidos, que es sintetizado por nuestro organismo y por tanto innecesario en la ingesta. En lugar de adelgazar como se dice, es en realidad una grasa que aporta calorías, y por tanto engorda.

   Entonces con base a este panorama, ¿cuál debe ser nuestra postura para con las vitaminas? Sin duda si es un asunto serio por lo menos se debiera consultar a un médico o dietista, para determinar nuestras carencias de vitaminas; y desde luego no auto-recetarnos y menos una MEGA-dosis. Si queremos comprar algún suplemento para uso diario, que efectivamente sea eso y de una marca reconocida, que NO exceda las recomendaciones diarias.

   Los vitamínicos comerciales son útiles para quienes presentan un bajo consumo calórico en sus dietas ( digamos menos de 1,600 calorías por día), también para las mujeres embarazadas o lactantes, los vegetarianos y todos aquellos que tengan condiciones médicas por las que no absorben suficientes nutrientes esenciales. También es cierto que las vitaminas NO son todo en la dieta y que NO son tan eficaces como los alimentos reales, pues no pueden proporcionar por ejemplo fotoquímicos, antioxidantes y fibra.
LA MEJOR VITAMINA , UNA DIETA BALANCEADA

   Si las vitaminas no son lo máximo como suplemento en términos generales, existe mucha menor evidencia que soporte el beneficio de ingerir suplementos minerales. La estrategia más saludable seguirá siendo satisfacer nuestras necesidades nutricionales diarias con un balance de proteínas, vegetales, granos enteros, frutas y productos lácteos bajos en grasa.

   Con todo, las vitaminas en cápsulas o pastillas NO sustituyen a un estilo de vida con una dieta saludable y mucho menos compensan los riesgos asociados con el tabaquismo, la obesidad o la inactividad. Sin embargo, a nivel mundial el segmento de mercado de las vitaminas, apunta a consumidores que invierten la nada despreciable cantidad de 5,000  millones de dólares al año.



REFERENCIAS:

Delgado. (2008). Efectos de un consumo abusivo de vitaminas. Disponible en línea en:

Diario Oficial de la Comunidad Europea (2003, enero 10). Valor del mercado de vitaminas.  Disponible en:

Divins, Maria-Josep. (2004). Vitaminas. Farmacia Profesional, 18, pp. 24-32. Disponible en línea en: http://www.elsevierciencia.com/es/revista/farmacia-profesional-3/articulo/vitaminas-13061378

Licata, Marcela. Vitaminas. Zona Diet. Disponible en línea en:
Excelente sitio interactivo con detalles de consumo vitamínico y de nutrición.

Muñoz, Francisco. (2009). Vitaminas: historia, clasificación, propiedades y alimentos que las contienen. [Sitio Web aula21.net]. Disponible en línea en:

Pintxo. (2012). El exceso de vitaminas también es malo. Disponible en línea en:

Vitaminas: características, fórmula, fuentes y acción fisiológica. Aula Virtual de Biología, España: Universidad de Murcia. Disponible en línea en:
Excelente sitio técnico y de aplicación.

Willett WC, Stampfer MJ. (2001). What vitamins should I be taking, doctor? New England Journal of Medicine, 345 (25), pp.1819-24   Disponible en:

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